jueves, 3 de noviembre de 2011

Que el sol, la luna y las estrellas sean testigos...

Por fin llegaba a casa tras una dura mañana de trabajo, era el momento de descansar. Me dirigía al salón, cuando de pronto empecé a notar un dulce olor a rosas, al llegar a la mesa del salón vi una carta con mi nombre sobre un lecho de pétalos de rosa, rojos y blancos. Abrí la carta y en ella encontré una nota que decía así : “ Supongo que ya sabrás lo que significa todo esto ¿Verdad? Después de todo, tú eres el jardinero que se preocupa por saber lo que expresan estas hermosas pequeñinas … Te espero donde la luna y las estrellas fueron las únicas testigos silenciosas de nuestra pasión por primera vez. ” Así era , sabia perfectamente lo que quería expresar con las rosas rojas y blancas, pasión y amor carnal... Ahora solo me quedaba ir a aquel lugar, para algunos santo pues habían colocado allí hace ya mucho tiempo una cruz.
Me llevo un buen rato llegar hasta allí, pero mereció la pena, a un lado de la cruz, sobre una suave manta llena de pétalos de de rosa, sentada, estaba ella, su cabello rojo como el fuego era mecido por el viento, vestida con una camisa negra, con encajes florales y una falda larga, de un rojo oscuro.
Me miraba con sus dos ojos verdes, mientras jugueteaba con jacinto rojo, oliéndolo y pasándoselo por sus labios, sin decir una palabra y con un gesto de su mano me invito a sentarme a su lado, una vez sentado a su lado se acerco a mi y pasando el jacinto por mi torso, me susurro al oído “¿Sabes lo que significa esta flor?” No... Y de forma muy dulce y sensual respondió “ Significa que... Tu amor me pe-ne-tra “.
Me tumbo suavemente con un profundo beso, metió su mano dentro de mis pantalones y de mi ropa interior para llegar a mi pene que fue sorprendido por una tibia mano que lo rodeo con firmeza.
Sentía como lenta y torpemente los botones de su camisa se iban desabotonando, dejando lentamente sus pechos al descubierto, paramos de besarnos por unos segundos para que ella se pusiese sobre mi y continuamos besándonos, mis manos, al tener delante sus dos hermosos pechos, se movieron solas hasta ellos, para acariciarlos suavemente, una de mis manos dejo de acariciarlos para buscar algo mas suave y posiblemente húmedo, bajaba cuidadosamente por su torso y un poco antes de llegar a su pubis subió por sus caderas hasta llegar a el final de su espalda, continuó bajando hasta llegar a su cachete el cual acarició para que se relajara antes de darle un suave pellizco. Un pequeño gemido se ahogo en mi boca, era el momento de que mi mano bajara al valle prohibido que había entre sus piernas, al llegar note como sus braguitas se habían calado fruto de la excitación, así que las eche a un lado y comencé a jugar, primero acariciándolo con mucho mimo dejando que mis dedos corazón y anular se humedecieran en su néctar prohibido y cuando con sus besos cada vez mas apasionados me dio la señal, deje que se adentraran en ella, fue entonces cuando dejó de besarme para respirar y lanzar gemidos al aire de aquella tarde. Ella comenzó a clavar levemente sus uñas en mis hombros y yo moví mas rápido mis dedos, hasta que se se acerco a mi oído y me susurro entre gemidos : “Q-quiero la-lamerte y beber de t-ti” . Al oír esas palabras y de ese modo, no pude evitar excitarme aun mas, así que saqué mis dedos de ella y mientras ella se quitaba la falda, yo me bajaba los pantalones y ropa interior, antes no me había podido fijar pero ahora si, su vello púbico tenia forma de mariposa, no me dio tiempo a decirle nada, pues en un abrir y cerrar de ojos tenia su húmeda gruta posada en mis labios pidiendo que la complaciera a la vez que ella me complacía a mi, sus carnosos labios rodeaban todo mi miembro deslizándose de arriba a abajo, mientras movía su lengua en todas direcciones la hundía cada vez mas hondo en su garganta, sus manos no se quedaban quietas y la ayudaban acariciando mi miembro a la vez que subía y bajaba y mis testículos. Mientras moría de placer lamia su clítoris, la punta de mi lengua jugueteaba moviéndose de arriba a abajo y tras unos cuantos segundos la punta iba seguida del resto de la lengua a la vez que introducía mis dedos en ella. Los dos estábamos a punto de caramelo y decidimos que era el momento de hacer algo mas que caricias y besos, ella se tumbo mirando al cielo, abriéndose de piernas, invitándome a entrar, yo acepte su invitación y me puse sobre ella, fui adentrándome poco a poco dejándola que sintiera cada milímetro de mi cuerpo, su respiración se iba agitando poco a poco, cuando ya no quedaba parte de mi que no estuviese dentro suyo, la rodee con mis brazos, sin parar de mirarla a los ojos, comenzamos a besarnos y ella con una mirada picara mordió con delicadeza mis labios y dijo : “Hagamos que el sol sea también testigo de nuestro amor”
y con un movimiento un tanto brusco hizo que giráramos sobre la manta cubierta de flores, para ponerse ella sobre mi, he de admitir que con el pelo suelto cayéndole por los hombros con algunos pétalos enredados en el estaba hermosísima. Comenzó a mover sus caderas , mientras apoyaba sus manos en mi pecho marcando un ritmo lento y profundo, saboreando cada instante de esta pasión que nos consumía, ambos gemíamos bajo la sombra de aquella cruz y la atenta mirada del sol que cada vez estaba mas cerca de terminar su jornada de trabajo. Yo también empece a moverme al ritmo que ella, mientras mis manos recorrían su cuerpo acariciándola con dulzura , pronto la dulzura se fue convirtiendo en lujuria apasionada, ella clavaba con cuidado sus uñas en mi pecho y yo la agarraba de su culo marcando un ritmo mas rápido y algo mas bruto, nuestros gemidos nos delataban, ambos estábamos casi tocando el cielo con la punta de nuestros dedos , en unos segundos ambos llegamos juntos a esa nube celestial, dando un sonoro gemido que llevo el viento junto a unos cuantos pétalos de rosa cerro abajo... Mas tarde tras ver el atardecer nosotros también fuimos cerro abajo. Ahora el sol, también era testigo de nuestra pasión.

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