Hace tiempo en un lugar
que no tiene nombre en nuestra lengua, pues para el ser humano era
imposible pisarlo, vivía un joven pájaro. Sus plumas eran del color
del amanecer y brillaban con el brillo de las estrellas.
El joven pájaro era el
encargado de cuidar a cada una de las estrellas que vemos cuando el
sol se pone. Eso era lo que había hecho toda su vida, anteriormente
lo hizo su padre y antes de éste su abuelo. Era un trabajo que
pasaba de padres a hijos.
El pájaro era un buen
cuidador de estrellas pero allá en ese lugar entre el cielo y las
estrellas no estaba cómodo. Había veces que soñaba con ser como
uno de esos seres que vivían en el mundo inferior.
Una noche mientras
cuidaba de una estrella, esta lo vio más cansado de lo normal y le
preguntó: “¿Que te pasa mi buen amigo pajarito?”. El pajarito
le contó lo que le ocurría: quería ser un ser humano. La estrella
no pudo evitar preguntarle que por qué quería algo así sabiendo
que los humanos eran criaturas horribles capaces de divertirse viendo
sufrir a los de su misma especie.
El pajarito dijo que ya
lo sabía y respondió que al menos ellos tenían a más seres de su
especie con los que hablar, jugar y convivir, que él estaba cansado
de estar solo y aún le faltaba mucho tiempo para crear a su sucesor
con nubes y estrellas.
La estrella quiso ayudar
a su joven amigo y le propuso algo. Le dijo que juntara unas cuantas
nubes y polvo de estrella para crear a otro cuidador, que ellas le
ayudarían a convertirse en humano.
El pajarito así lo hizo.
Juntó un buen puñado de nubes y otro buen montón de polvo de
estrellas. La estrella le preguntó que si estaba realmente seguro de
hacer esto ya que cuando cayese a la tierra y naciera como humano no
podría volver y que perdería todos sus recuerdos de esta vida.
Le dijo, también, que al
anochecer y mirar a las estrellas no se preocupase si sentía que
estas lo llamaban. Después de todo, su esencia estaba hecha con
nubes y polvos de estrella.
El pajarito le dijo que
estaba seguro de querer hacerlo y la estrella le concedió ese deseo.
Finalmente le dijo estas palabras: “ Adiós pajarito. Aunque
pierdas tus bellas alas y con ellas tus recuerdos, nosotras no nos
olvidaremos ni de ti ni de ellas. Que tu último vuelo hacia la
tierra de esos seres sea bueno y llegues a un buen lugar”.