¿Que día es? Lo ignoro ¿Hora? La
ignoro, hay tantas cosas que ya no se... Pero me da igual.
Todo empezó hace un año ya, cuando
vine a vivir a la ciudad por motivos de estudios, todo parecía ir
bien, buen ambiente en mi piso con mi hermana como compañera, me iba
bien en los estudios y había hecho buenos amigos desde el primer
día. Había conocido a la que podría ser la chica mas guapa que
nunca había visto, la conocí el primer día de clase en el metro,
su nombre era Sara, tenia un largo cabello negro, sus ojos eran
verdes del color de las aceitunas, unos bonitos labios y un cuerpo
equilibrado y perfecto. Ella se tropezó al subir al vagón, yo la
cogí y evite que se cayera, así empezó todo, cada mañana al coger
el metro nos veíamos y cada mañana charlábamos hasta que ella se
bajaba en su estación. Pasaron dos meses y medio y ocurrió el
incidente mas triste de toda mi vida, mis padres y mi hermana,
murieron en un accidente de coche y yo también hubiese muerto de
haber ido ese fin de semana de visita... Y durante el mes siguiente a
eso deseaba haberlo hecho... En apenas un mes y medio queme casi todo
el dinero que me habían dejado mis padres, borracheras, drogas, mi
vida había tomado un camino hacia la autodestrucción. Fue una noche
en la que deseaba morir con toda mi alma, la que me hizo renacer.
Caminaba como podía con una borrachera de mil demonios deseando
encontrarme con alguien para provocarlo e iniciar una pelea en la que
acabara muerto, no se cuanto rato ande, ni por donde, pero en un
callejón pude ver a un montón de gente, vestida de forma extraña,
no podía verlos muy bien pero no me importaba, reuní parte de las
fuerzas que me quedaban y me puse a gritarles todos los insultos que
se me pasaron por la cabeza, esperando que avanzaran hacia mi y me
diesen esa paliza de muerte que iba buscando, pero ni se inmutaron,
seguían ahí quietos, sin acercarse a mi, lo cual me enfureció mas
y decidí ir yo hacia ellos. Cuando llegue a su altura no me podía
creer los que estaba viendo, los chicos y chicas que había allí
tenían los ojos tapados y las bocas amordazadas, iban vestidos con
ropa de cuero y látex y estaban encadenados a una especie de barra
metálica en ese callejón, la ira se transformo en miedo y caminando
lentamente hacia atrás tropecé con unos cubos de basura, armando un
escándalo. En apenas lo que tarde en levantarme había salido un
montón de gente de ese lugar, todos vestidos de la misma extraña
forma, me rodearon y cuando mas asustado estaba, escuché una voz
conocida y tranquilizadora llamándome por el que una vez fue mi
nombre, era la voz de Sara, de no ser porque me hablo y se acerco a
mi, jamas la hubiese conocido.
Esa noche me llevo con ella a su casa y
hablamos casi toda la noche, le conté todo lo que me había ocurrido
y ella me escucho, me apoyo y esa misma noche cuando ella me explico
cosas acerca de ese lugar y la gente que había en la puerta, me dijo
“Yo puedo cuidar de ti, pero tendrás que entregarme a cambio eso
que muchos creen que tienen, tu libertad” Yo no sabia que decir, ni
que pensar, pero ya no me quedaba nada que perder, así que acepte.
Cuando acepte ella me llevo al baño y me dijo que me duchase y que
al salir fuese a su habitación, sin nada de ropa, que esa ropa
estaba sucia y olía fatal, ella me daría otra ropa me dijo.
Me duche y una vez me hube secado me
dirigí hacía su habitación donde ella me esperaba sentada en la
cama, vestida con un vestido rojo, invitándome a sentarme con su
mano, me encontraba sentado cuando ella cogió una venda con la que
empezó a vendarme los ojos, mientras me decía con una voz seria “A
partir de ahora solo veras cuando yo te lo mande, hablaras cuando yo
te lo mande y solo podrás oler, escuchar y sentir” No se el porque
pero no sentí miedo, ni nada malo, al contrario, el suave tacto de
sus manos me tranquilizaba, su voz era como la melodía de un ángel
celestial y su olor el mas dulce de los olores. Mientras estaba
tumbado en la cama sintiendo como sus uñas recorrían mi cuerpo, me
dijo “ Ahora olvidate de todo, deja atrás al tú que conociste, tu
nombre, tu pasado, todo, ya no eres mas ese que eras, ahora, eres mi
mascota, harás todo lo que te diga y cuando te lo diga, no tendrás
un nombre propio, solo seras un perro obediente a una única persona,
yo, tu ama” Cuando termino de hablar, me encontraba mas excitado de
lo que nunca pude haber imaginado, pero la excitación se convirtió
en una mezcla de placer y dolor, pues me estaba marcando el hombro
con sus dientes, apretando hasta hacerme sangrar, dejándome una
buena marca para indicar que este perro tenia una dueña.
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